ORAR CON EL EVANGELIO DE CADA DOMINGO. Comentarios a la Liturgia de la Palabra. Ciclos A, B y C

Rubén Carrasco Rivera

Participar en la Santa Misa es dejarse sentar por el Señor a la doble mesa a la que nos invita, la de su Palabra y la de su Cuerpo y Sangre dados en comunión. La primera mesa, la de la Palabra, es una preparación para comprender mejor la Eucaristía, prodigio de misericordia que constituye el grado más alto de intimidad con Dios: Él en mí y yo en Él.

La Eucaristía es el camino hacia el Corazón del Padre, que en Cristo nos revela el amor único y personal que nos tiene. Escuchar, amar y guardar la Palabra divina nos conducen a descansar en Cristo, y en Él, en el Padre. En esa intimidad escuchamos: «Tú eres mi hijo, el amado; en ti me complazco».

El día de nuestro bautismo, Dios hizo morada en nuestro interior. Desde entonces, Él nos cuida, nos protege y se preocupa por nosotros. Y si somos la preocupación de Dios, también Él tiene que ser nuestra preocupación. Por eso necesitamos ahondar en su Palabra, para recibir sus enseñanzas y hacer que nuestra existencia sea un Evangelio vivo.

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